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El secreto detrás de las metas que funcionan

¿Eres de los que se proponen metas y las cumplen? ¿O pasas horas planificando tus objetivos pero luego no los llevas a la acción? ¿O tal vez te estresas al solo escuchar la palabra “meta”? En este artículo, hablaré sobre el verdadero propósito de las metas, los problemas que pueden generar y te compartiré el secreto para crear metas efectivas junto con dos ejercicios que te pueden ayudar a establecerlas ¡Comencemos!

Cuál es la meta de las metas? 

Existe mucha literatura de coaching motivacional que destaca la importancia de tener metas en la vida, ya que nos ayudan a estructurarnos y dar una dirección a nuestra vida. Sin embargo, en lugar de ayudar, la presión de cumplir los objetivos puede generar estrés y ansiedad. Uno de los problemas más comunes que tenemos con las metas es que no las cumplimos. Podemos dedicar mucha energía a la planificación y luego no pasar a la acción, o bien comenzar con entusiasmo y luego abandonar antes de concretar nada. Esto produce una gran frustración y, si sucede de manera repetitiva, contribuye a la desvalorización personal. Es por eso que algunos se rinden incluso antes de empezar, preguntándose: ¿para qué sirven las metas? Algunos incluso van un paso más, agregando una dimensión filosófica al asunto: ¿cuál es el sentido de anticipar y enfocarse tanto en el futuro, perdiendo de vista el momento presente?

El tema de las metas me toca de manera personal. De hecho, solía identificarme con aquellas personas que amaban planificar y establecer objetivos pero encontraban todo tipo de bloqueos al implementar acciones para lograrlos. Durante años, pensaba que mi problema estaba relacionado con la procrastinación, falta de ganas, bloqueos energéticos, etc. Hasta que llegué a la respuesta que más sentido me hizo: no soy yo la que tiene un problema con las metas. El problema está en las metas. Y no, no me pongo en el papel de víctima al decir eso. Permíteme explicarlo mejor.

 

La meta no es el medio

Según el diccionario Oxford, la meta es:

  1. Lugar o punto en el que termina una carrera. 
    2. Fin al que se dirigen las acciones o deseos de una persona.

En ambos significados, la meta es el fin, es decir, algo que nos proponemos para conseguir y que nos da un resultado tangible que nos lleva a sentirnos de cierta manera. Ahora, para llegar a la meta, podemos elegir diferentes caminos o medios que nos llevan hasta allí. Sin embargo, muchas veces al proponernos los objetivos a cumplir, confundimos el medio con el fin. La meta no es un medio, sino que responde a la pregunta:

 ¿Cómo quiero que sea mi vida en tal aspecto? 

Y esto nos lleva a la pregunta que mueve nuestras emociones: 

¿Cómo quiero sentirme?

La segunda pregunta es clave porque las verdaderas metas nos mueven por dentro, siempre generando algún impacto emocional. Esta emoción a la cual queremos llegar es la energía que va a alimentar nuestra motivación.

Ahora quizás te estás dando cuenta de que las metas que solemos proponernos muchas veces no tienen nada que ver con estas dos preguntas. Nos ponemos objetivos genéricos como “bajar de peso”, “tener título universitario”, “casarse”, “comprarse un celular más moderno”, “ir de vacaciones al extranjero”, “trabajar menos horas”, “independizarse económicamente”, “comprarse una casa grande”. Todos ellos no son metas entendidas como “un fin al que se dirigen las acciones y deseos” nuestros, sino más bien son un paso que nos lleva hacia una meta auténtica. Permíteme mostrártelo con un ejercicio.

 

Ejercicio “Embudo indagatorio” para descubrir la meta verdadera

Uno de los objetivos comunes es: “quiero ganar mucho dinero”, pero esto no es una meta real, sino un medio para alcanzar un fin más auténtico. Para descubrir este fin, podemos hacer un ejercicio mental que llamo “El Embudo Indagatorio”. Comienza con la pregunta: “¿Para qué quiero ganar mucho dinero?” y continúa indagando hasta que lleguemos a nuestro deseo raíz que se convertirá en nuestra meta. Para definir la meta aún más, podemos terminar el ejercicio preguntándonos cómo queremos sentirnos al vivir esa experiencia.

Podemos ver que los resultados pueden ser muy diferentes para cada persona. Veamos el ejemplo de los Embudos indagatorios de dos personas que parecen tener el mismo objetivo inicial relacionado con el dinero:

El Embudo Ingadatorio de la Persona A:

¿Para qué quiero ganar mucho dinero? Para comprar una casa nueva.

¿Para qué quiero una casa nueva? Para vivir más cómodamente y poder invitar amigos a casa.

¿Para qué quiero vivir cómodamente e invitar a amigos? Para compartir momentos inolvidables.

¿Cómo quiero sentirme al vivir momentos inolvidables compartiendo con mis amigos en casa? Quiero sentirme como una buena anfitriona, compartiendo desde el amor, la generosidad y la abundancia.

El Embudo Indagatorio de la Persona B:

¿Para qué quiero ganar mucho dinero? Para mejorar mi estilo de vida.

¿Para qué quiero mejorar mi estilo de vida? Para poder salir con mis amigos más adinerados.

¿Cómo quiero sentirme al salir con amigos más adinerados? Quiero ser parte de ellos.

¿Cómo me voy a sentir al ser parte? Quiero sentirme rico, exitoso y reconocido.

En ambos casos, vemos claramente que lo que realmente buscan estas personas no es el dinero en sí, sino las posibilidades que el dinero les ofrece. La persona A busca sentirse generosa y disfrutar de la abundancia, compartiendo con sus amigos. Su meta, entonces, está más relacionada con el deseo de ser una buena anfitriona que con el de ganar mucho dinero. En cambio, lo que impulsa a la persona B es la búsqueda del reconocimiento y la pertenencia a un grupo que percibe como “exitoso”. En ambos casos, “ganar más dinero” es el medio que los lleva a dos metas muy diferentes.

Otro ejemplo clásico es el objetivo llamado “Quiero bajar de peso”. Una persona quiere sentirse más atractiva vistiéndose con ropa de menor talla, otra puede pensar que al ser más delgada conseguirá pareja más fácilmente, otra puede necesitar perder peso por temas urgentes de salud, mientras que otra busca valorarse más, ya que con su silueta actual no se siente aceptada socialmente. Lejos de analizar la lógica de sus motivaciones, podemos ver que cada una de estas personas tiene una meta muy diferente para la cual “bajar de peso” es solo uno de los medios.

Cómo saber si elegí bien mis metas?

A esta altura, algunos lectores pueden preguntarse cuál es la importancia de hacer esta distinción. ¿No será que cualquier meta lograda cumple su función, ya que nos ayuda a avanzar en una dirección deseada? Sin duda, el solo hecho de cumplir nuestras metas tiene sus beneficios. Al igual que tachar tareas de nuestra lista diaria nos da satisfacción, aumenta nuestra autoconfianza y motivación. Pero a largo plazo, hay una diferencia fundamental entre cumplir metas auténticas y superficiales.

Las metas mal establecidas muchas veces generan un sentimiento de vacío al momento de conseguirlas y nos desmotivan. A todos nos ha pasado: ¿cuántas veces has estado obsesionado con lograr o comprar algo, y cuando finalmente lo conseguiste, sentiste cierta desilusión porque este logro no te llevó a sentir lo que en realidad buscabas sentir? Por ejemplo, si hice todo el esfuerzo para bajar de peso pero aún no encuentro pareja, claramente confundí la meta (estar en una relación amorosa) con el medio (bajar de peso). Por eso, aunque logré bajar de peso, sigo sintiendo que algo me falta.

 

Ejercicio de visualización para chequear mi meta

Entonces, ¿cómo saber si elegí bien mi meta? Una meta verdadera tiene que estar asociada con la sensación de plenitud. Podemos comprobarlo haciendo este simple ejercicio de visualización:

Cierra los ojos y concéntrate en tu respiración. Observa durante un minuto cómo se siente tu cuerpo al inhalar y al exhalar. Luego, visualízate a ti mismo un día después de haber logrado esa meta que tanto deseabas. ¿Dónde estás? ¿Cómo es ese lugar? ¿Qué colores, sonidos y aromas puedes identificar? ¿Cómo te ves a ti mismo? ¿Qué estás haciendo? ¿Hay alguien más allí contigo? ¿Qué emociones sientes? ¿Sientes plenitud o todavía te falta algo?

 

Las buenas metas no nos limitan

Cuando tengo claro que mi meta es conectarme con la generosidad y la abundancia, como en uno de los ejemplos mencionados anteriormente, puedo ser más flexible con los medios que elijo para alcanzarla. Quizás descubra en el camino que no necesito mucho dinero para comprar una casa, sino que puedo remodelar la mía o alquilar un lugar agradable donde me sienta cómoda para recibir visitas. Incluso podría descubrir que no necesito una casa nueva para ser una buena anfitriona.

Es muy importante tener en cuenta que cuando tenemos claridad sobre lo que realmente estamos buscando, podemos cambiar los medios para conseguirlo. Es como elegir un camino diferente que nos lleva al mismo destino. Esta es la importancia de las metas auténticas; de alguna manera, están por encima de los “detalles técnicos” porque apuntan a la sensación de plenitud y, por ende, nos conectan con nuestro Ser.

 

Este artículo llegó a la meta:)

Para concluir, es importante recordar que nuestras verdaderas metas no son un medio para alcanzar un fin, sino que son el fin que queremos alcanzar y si no estamos claros en cuál es ese fin, corremos el riesgo de sentirnos vacíos y desmotivados incluso después de haber alcanzado nuestras metas. 

Es crucial tomar el tiempo para reflexionar sobre nuestras verdaderas motivaciones y objetivos, para así establecer metas auténticas que nos conecten con nuestra sensación de plenitud y bienestar. Al hacerlo, podemos ser más flexibles en los medios que elegimos para alcanzar nuestras metas, y nos abrimos a la posibilidad de descubrir nuevas formas de lograr lo que realmente deseamos. 

Recuerda, nuestras metas deben estar en armonía con nuestros valores y nuestros sueños más profundos para que sean realmente significativas y nos conduzcan a la vida que deseamos vivir. Si este artículo te aportó valor, me harías muy feliz si lo compartieras entre personas que crees que también les puede servir.

 

Preferís escuchar en vez de leer?

Este artículo fue creado en base a un episodio de mi Podcast “Intuyendo” con el mismo título. Lo podés escuchar en Spotify en este link. Preparate un rico mate o una taza de café, ponete cómodo y podemos empezar!

 

Kasia Kantor

Kasia Kantor

Coach y biodecodificadora sistémica

Soy Kasia Kantor, filóloga, coach profesional y biodecodificadora sistémica. Me dedico a acompañar procesos de desarrollo y transformación personal. Mi misión es inspirar a otras personas a animarse a vivir una vida plena y llena de sentido. Creé Intuyo para compartir recursos de autoconocimiento sistémico. Una de mis herramientas favoritas para facilitar este proceso es el análisis del árbol psicogenealógico.

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